
Las Espinas: viñas y vinos marítimos
En 2010 la familia Bouza decidió plantar viñedos en el Este del país. Desde ese entonces siempre sobrevoló la idea de tener una bodega en el lugar, que sería la segunda junto con la de Melilla. El equipo liderado por los Bouza, Eduardo Boido y los profesionales contratados, barajaron diversos proyectos, pero ninguno lograba satisfacerlos. LLa carpeta de dibujos, esquemas y notas entraba y salía del cajón en espera de que cada pieza del puzzle encajara a la perfección, como es el estilo de la familia. Fue en 2024 cuando se inició la obra de lo que hoy ya es otro sueño hecho realidad
La bodega de Las Espinas encontró su lugar y también el mejor diseño que sus creadores entendieron. Aun con obreros en la vuelta, ya comenzó a producir. Está ubicada a la altura del Km 104 de la ruta Interbalnearia. Fuimos a conocerla con Omar, subiendo por un camino sinuoso para llegar a lo alto de un cerro donde se encuentra.
Sabíamos por comentarios previos, que el diseño estaba inspirado en los hórreos gallegos, una forma de seguir en línea con las raíces familiares. Los hórreos edificaciones típicas de Galicia, concebidas para guardar las cosechas y se construyen sobre pilares para alejarlos de la humedad e impedir el acceso a los roedores. Un esquema ideal para aplicar aquí, en un suelo con tanta piedra, evitando así tener que excavar cimientos, al menos para los dos primeros módulos de los tres que integran la nueva bodega de los Bouza.
“En uno se lleva a cabo la recepción de la uva y el prensado, en el otro es donde se vinifica y con el laboratorio en la parte superior. Para ello utilizamos 12 tanques de inoxidable de procedencia francesa, de 3.500 litros cada uno, con doble pared para asegurar la estabilidad térmica. Además 3 tanques de 1.000 litros que nos sirven para micro vinificaciones experimentales”, nos contaba Agustín Bouza, enólogo a cargo de la nueva bodega.
La sorpresa al entrar fue que el concepto de hórreo gallego no se limita a los pilares. También se aplica al sustituir las paredes convencionales, por gruesos largueros de madera apenas separados uno del otro, para dejar pasar la luz y el aire del exterior. “En otras regiones también hay bodegas abiertas como esta, aunque dudábamos antes de decidirnos, pensando en nuestro clima. Los listones que sustituyen a las paredes son del abeto Douglas Fir, importados de Canadá e ideales para permanecer a la intemperie, sin alterarse. Al estar separados, aseguran la circulación de aire y en la zona de vinificación, se evita la acumulación del gas carbónico que la fermentación produce”, comenta Boido. Los techos en cambio son de placas de cobre, que con el tiempo van a adquirir la típica pátina verdosa dada por el aire de mar y que se integrará al paisaje.
El tercer módulo, el de crianza, es todo lo contrario, ya que son paredes de hormigón de medio metro de espesor, para dar mucha inercia térmica que es lo indispensable para la guarda en barrica.
Esta nueva bodega está pensada para procesar sólo las uvas de Las Espinas. Son unas 7 hectáreas donde se plantaron: Tannat, Pinot Noir, Merlot y Chardonnay. El pasado viernes 7 de febrero ya había dos tanques de Pinot Noir con la fermentación casi terminada.
La visita no podía finalizar sin conocer el restaurante Las Espinas, en una de las cimas más alta de la propiedad, alejado de la novel bodega. Desde sus ventanales o terrazas, la vista del mar y el entorno es cautivador. Invitados por Boido pudimos saborear un Chardonnay 2022 Las Espinas que nos dejó impactados por su elegancia.
EDUARDO LANZA
Ingeniero Químico y experto en vinos. Su pasión lo ha llevado a visitar terruños, descubrir cepas y probar las más variadas etiquetas. Comparte su saber y anécdotas de una forma atractiva desde hace más de 20 años. Escribe y enseña con el mismo placer que degusta un vino. Nos lo cuenta en un contexto histórico y cultural, y eso también lo hace diferente.
1 comment
Mas que una novedad, se trata de la constatación de que trabajando seriamente se concretan las utopías.
Sin dudas que alli estaremos.
Exitos