Siempre me ha gustado decir que en el mundo del vino hay una madre – la Vid – que, para mucha pasa desapercibida. Y me nace llamarla así porque es ella la que da los frutos que, transformados por el hombre, nos dan los buenos vinos que tanto disfrutamos

Y hay vides jóvenes que dan muy buenas uvas, pero las hay veteranas que son más sabias, porque concentran en su tronco, un potencial que puede deslumbrar, con los frutos que cada año dan. Eso sucede con una condición fundamental: que durante su larga vida hayan sido cuidadas con esmero.

Por eso hay expertos que creen que deben ser señaladas de forma especial, por el patrimonio que representan para la viticultura. A esto se dedicó la periodista británica Jancis Robinson quien con su colega Tamlyn Currin, comenzaron a registrarlas hace más de 15 años. No lo hicieron solas, instituciones de Australia, USA y Francia, al valorar la importancia de este trabajo, colaboraron aportando información a este registro.

A medida que se fueron ubicando, más y más viñedos se fueron incorporando hasta llegar al día de hoy, a 3.205 viñedos registrados, que cubren más de 10.000 hectáreas plantadas.

Así nació el Old Vine Registry, que considera a las viñas con más de 35 años de vida y aún en producción, como merecedoras de integrar este catálogo. Y en Uruguay las tenemos y las de Cabernet Sauvignon, Tannat y Sauvignon Blanc de Cerro Chapeu, fueron referenciadas e incluidas en este registro mundial.

En 1973, fue Quico Carrau Pujol quien seleccionó esta región del norte de Uruguay por su clima continental y suelos de arena roja profunda y buen drenaje. Es allí en Rivera, donde decidió plantar estas primeras vides seleccionadas, importadas de California y Francia.

Hoy sus hijos y nietos, orgullosos porque esas vides integren este catálogo, decidieron hacer un cambio de etiquetas, para resaltar este reconocimiento. La línea de varietales riverenses pasa a llamarse entonces: Cerro Chapeu Viejas Viñas. Un honor para la familia y nuestro país, formar parte de este destacable registro.